22 de mayo de 2024
La casualidad ha querido que
en un mismo día coincidieran la muerte en accidente de helicóptero del
Presidente iraní y de su Ministro de asuntos exteriores y la solicitud del
fiscal de la Corte Penal Internacional para que se extiendan ordenes de
detención contra el Jefe del gobierno israelí y tres dirigentes de Hamas por
supuestos crímenes de guerra.
Hay pocas dudas sobre la
causa de la muerte de los dos altos cargos iraníes. Ni en los despachos
oficiales de Teherán, ni en los servicios de inteligencia extranjeros se ha
deslizado siquiera hipotéticamente esa posibilidad. Algunos iraníes no terminan
de entender que no se cuidara mejor la seguridad del Presidente, pero hay una
explicación creíble para aceptar la tesis del accidente: el mantenimiento del
material militar es muy deficiente en Irán, en gran parte debido a las
sanciones internacionales, que han reducido la posibilidad de tener bien
abastecido el stock de recambios, como señalaba en la BBC la veterana
corresponsal Lizz Doucet.
Por otro lado, también se ha
mencionado estos días la alta siniestralidad en Irán, una de las más altas del
mundo (la carretera, por ejemplo, mata a 17.000 ciudadanos cada año, récord
mundial). De nuevo, las sanciones explican parcialmente la catástrofe; a lo que
se suma la incompetencia, la dejadez, el malestar y una crisis sistémica
general.
ESPECULACIONES POCO CREÍBLES
No obstante, el periodista
irano-norteamericano Jason Rezaian, condenado por espía cuando trabajaba en
Teherán como corresponsal del Washington Post, asegura que el ciudadano
de la calle no deja de entregarse a todo
tipo de conjeturas (1).
La autoría israelí ha sido
la tesis conspiratoria preferida: no en vano, Israel ha matado a destacadas
personalidades iraníes en los últimos años (científicos adscritos al programa
nuclear y oficiales de la unidad de élite de la Guardia Revolucionaria, encargada
de armas, adiestrar y apoyar a las milicias chiíes en los países árabes aliados
o cooperadores). No parece que, tras el intercambio limitado de ataques mutuos
del pasado mes de abril, en Israel hubiera mucho apetito de escalada. Salvo que
se quisiera enviar un mensaje al Guía Supremo para recordarle la gran longitud
del brazo ejecutor israelí. Demasiado forzado.
Otra hipótesis está
relacionada con la oscura lucha por el poder en Irán. Raisi iba ser reelegido,
de eso no cabía duda. Eso si Jamenei no moría antes y él hubiera sido el
elegido, como se rumoreaba, para convertirse en el nuevo Guía Supremo. Había
otros candidatos, desde luego, entre ellos el propio hijo de Jamenei, Mojtaba. Pero
esta opción era arriesgada: una sucesión dinástica convertiría al régimen
islámico en una réplica de la Monarquía persa que la revolución abolió en 1979.
Estéticamente horrible (2).
En realidad, la República
Islámica hace tiempo que dejó de ser un régimen republicano, si lo fue, en
puridad, alguna vez. Que una facción contraria a Raisi hubiera tenido siquiera
la posibilidad de orquestar su muerte resulta verdaderamente retorcida. Tampoco
es plausible girar el dedo hacia Jamenei, en el supuesto caso de que éste no
estuviera contento con su gestión o prefiriera quitárselo de en medio para
facilitar el camino a su hijo.
Por encima de este ramillete
de especulaciones febriles, lo más lógico y probable es que, en esta ocasión,
el régimen haya dicho la verdad y estas muertes se hayan debido a un simple
accidente.
ESCASAS CONSECUENCIAS
Más allá de esto, los
análisis en Occidente se han centrado en considerar los efectos de lo ocurrido.
Raisi tenía un historial represivo abrumador desde sus primeras tareas oficiales
como fiscal en la década de los ochenta. Pero era un figura gris. En Irán, la
Jefatura del Estado es subsidiaria de las decisiones del Guía Supremo. Es el
Ayatollah Jameini quien fija la política interior y exterior del país. Raisi
era una suerte de mano derecha, de ejecutor en jefe. El Vicepresidente Mokhber ha
asumido el cargo de manera interina, pero habrá elecciones el 28 junio (50 días
después de producida la vacante, como fija la Ley). El Consejo de Guardianes,
una institución clave que selecciona a los candidatos, establecerá quienes son
los elegibles. No hay duda de que será de nuevo un ultraconservador como Raisi.
Los moderados -y qué decir de los reformistas- han sido completamente
expulsados del juego político. Las disputas, de haberlas, serán de nombres, no
de políticas (3).
En cuanto a la diplomacia, a
Abdollahian le ha sucedido Alí Bagheri, a la espera de que se forme el nuevo
gobierno, tras la elección presidencial. Bagheri fue el jefe del equipo que
negoció el día a día del acuerdo nuclear con Estados Unidos (cuando el asunto
tomaba altura política, el entonces Ministro de Exteriores, Mohamad Javad
Zarif, asumía el mando).
El fallecido Abdollahian
tenía un perfil más militante, muy vinculado a la Guardia Revolucionaria y, por
tanto, supervisor del llamado “eje de la resistencia”, la coalición de Estados
y milicias proiraníes en la región.
En cambio, el sustituto
carece de ese bagaje. Sus antecedentes diplomáticos no deben inducir a pensar,
según los analistas occidentales, que Jamenei se esté planteando recuperar las
negociaciones nucleares, ahora que Irán está a punto de alcanzar el umbral del
arma atómica (5). Pero su entendimiento razonable con el equipo de Kerry en
2015 podría indicar que el Guía no quiere tensiones adicionales con esta
administración demócrata, a la espera de lo que ocurra en noviembre en Estados
Unidos.
El régimen seguirá cerrado sobre
si mismo, enredado en las maniobras habituales de los distintos sectores del
poder por mejorar posiciones. En el exterior, se supone que seguirá y abierto a
sus nuevos socios condicionales en el exterior (Rusia y China), conciliador con
Arabia, Turquía y la India y hostil pero comedido frente a Israel. (6)
NETANYAHU, SEÑALADO
La decisión del Fiscal de la
Corte Penal Internacional de solicitar al Tribunal que extienda orden de
arresto contra Netanyahu y tres dirigentes de Hamas por supuestos crímenes de
guerra ha causado un enorme furor mediático en Israel y en Estados Unidos, como
era de esperar. La reacción israelí ha sido de desprecio hacia un Tribunal que
nunca ha reconocido. Tampoco EE.UU.
Biden, por su parte, ha
vuelto a demostrar que, cuando aprietan las cosas, se olvida de sus regañinas
electoralistas y se alinea férreamente con Israel. Al calificar de
“escandalosa” la petición del fiscal no hace más que recuperar su política de apoyo
prácticamente incondicional a Israel . En Europa, ha habido reacciones
distintas, como también es de rigor. Berlín se ha colocado en la misma onda que
Washington y París se ha mostrado respetuoso con la CPI.
Por tanto, la noticia ha
sido más mediática que política o diplomática. Aún en el caso de que los jueces
decidieran aceptar la solicitud del fiscal, Netanyahu no debe preocuparse mucho
por su suerte. Más amenazante debe parecerle el peso de la justicia israelí: los
tres procesos que se siguen contra él por corrupción, tráfico de influencia y abuso
de poder están pendientes de resolución. La cuenta atrás volverá a activarse
cuando deje de ser Primer Ministro, algo que puede estar más cerca de lo que a él
le gustaría.
Netanyahu está cogido en una
pinza formada por sus aliados coyunturales. De un lado, los generales en activo
o en la reserva, ahora con responsabilidades en el Gobierno de unidad, que le
piden un cambio en la estrategia presente y futura para Gaza (7); de otro, los
religiosos fanáticos sionistas que exigen continuar con la campaña militar sin
contemplaciones y rechazan cualquier acuerdo con árabes y palestinos para la
administración de la Franja concluida la guerra.
Netanyahu es un experto en
situaciones límite. Ha pasado por muchas de ellas y se le ha dado por muerto
políticamente en no pocas ocasiones. Pero su margen de maniobra ya se ha
reducido muchísimo. La carnicería de Gaza le ha colocado en la galería de los
criminales de guerra incluso en aquellos lugares donde se le podía criticar,
pero no descalificar hasta ese punto. Que Biden se vea obligado a reprenderle
cuando se empeña en no escucharlo es la menor de sus preocupaciones. No haber
sido capaz de recuperar a los rehenes lo coloca en posición abierta de debilidad
ante el electorado israelí, que puede querer mano dura pero prefiere otros ejecutantes:
esos generales que sólo pueden ser considerados como moderados si les compara
con el actual Primer Ministro. Gaza fue en su momento una oportunidad para el
enésimo retorno del Fénix. Pero ahora puede ser la causa de su caída
definitiva.
NOTAS
(1) “What killed President Ebrahim Raisi? Iranian have
theories”. JASON REZAIAN. THE WASHINGTON POST, 20 de mayo.
(2) “La mort du président iranien Ebrahim Raisi ne
devrait pas bousculer les équilibres de ‘l’ axe de la résistance’”. HÉLÈNE SALLON. LE MONDE, 21 de mayo.
(3) “The death of
Iran’s President will spark a high-stakes power struggle”. THE ECONOMIST, 19
de mayo.
(4) “Aggression or
caution: The choice facing Iran’s next leaders”. DAVID SANGER. THE NEW YORK
TIMES, 20 de mayo.K
(5) “The day after
Iran gets the bomb”. STEPHEN M. WALT. FOREIGN POLICY, 14 de mayo.
(6) “What Raisi’s death means for Iran’s future”. JASCK DETSCH. FOREIGN
POLICY, 20 de mayo.
(7) “Israël: l’ armée et Benyamin Netanyahou en profond
désaccord sur la guerre à Gaza”. LOUIS IMBERT (Corresponsal en Jerusalén). LE
MONDE, 17 de mayo; “The revolt against Binyamin Netanyahu”. THE ECONOMIST, 19 de mayo.
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