18 de diciembre de 2014
Obama
ha adoptado el paso más valiente de su política exterior: cambiar la dinámica
de las relaciones con Cuba, enterrar la lógica de la guerra fría e iniciar un
proceso de convivencia y reconciliación.
El
intercambio de prisioneros, la eliminación de Cuba de la lista de estados que
patrocinan o apoyan el terrorismo y el levantamiento de todas las restricciones
para viajar a la isla constituyen los primeros pasos de un proceso que será
todavía largo.
La
liberación del contratista norteamericano Alan Gross y de un agente de
inteligencia norteamericano que llevaba muchos años preso propició la medida
recíproca de Estados Unidos de ordenar la salida de prisión de los tres de los
cinco "héroes" (como se les conocía en el lenguaje oficial cubano)
que aún cumplían pena en cárceles de Florida.
La
escenificación de este nuevo tiempo tendrá lugar el próximo mes de abril, con
motivo de la cumbre de las Américas, que se celebrará en Panamá, y en la que
podría producirse el primer cara a cara entre los líderes políticos de ambos
países tras más de cincuenta años siglo de confrontación. Obama y Raúl Castro
conversaron telefónicamente este martes, en un anticipo de ese encuentro, el
más esperado en el mundo hispano. En la última cumbre, celebrada en Cartagena
de Indias, los líderes continentales emplazaron a Obama para que diera el paso
que finalmente se ha producido.
Fuentes
de la Casa Blanca han confirmado lo que ya se sabía extraoficialmente desde
hace semanas: la existencia de contactos entre las dos partes para avanzar en
el deshielo. Se ha sabido también que el Papa Francisco ha jugado un papel
importante en el acercamiento.
Obama
ha reconocido que el embargo (bloqueo, para los cubanos) no ha funcionado.
Desde el comienzo de su presidencia, había dejado entrever que era necesaria
una nueva estrategia de relación con Cuba. En 2009 suavizó las restricciones en
los viajes y remesas de los cubano-norteamericanos y en 2011 restableció el
programa de contactos educativos que Bush había suspendido. Se ha negociado
también sobre colaboración en vigilancia costera, control medioambiental de derrames
petroleros o restauración del servicio postal. Pero hasta hace un año y medio
no se empezaron a registrar avances políticos de consideración.
Como
es sabido, el sistema de presión norteamericana sobre Cuba no se eliminará por
completo sin la aprobación del legislativo. Y tal condición está muy lejos del
horizonte. El control completo del Congreso por los republicanos a partir de enero
obstaculizará este proceso de normalización entre los países. Uno de los aspirantes republicanos a la Casa Blanca, el senador por Florida Marco Rubio, de origen cubano, ha calificado de "inexplicable" la decisión
presidencial de "recompensar al régimen de Castro", con el único propósito
de "pulir su legado a expensas del pueblo cubano".
En
todo caso, como pedían los sectores progresistas norteamericanos, Obama parece
haber dado el paso que hasta ahora no se atrevía a completar. Aunque se vaya de
la Casa Blanca sin haberlo conseguido del todo, la reconciliación con Cuba
podría ser el logro más espectacular de su presidencia.
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