10 de enero de 2022
La
crisis social y política en Kazajstán está aún por esclarecer, tanto en lo que
se refiere a sus causas cuanto a los factores que pudieron desviarla de su
curso inicial para convertirla en una explosión de violencia y represión. El
descontento de la población por motivos socio-económicos puede haber sido, a la
postre, un instrumento de intereses ajenos y una oportunidad para que actores
internacionales afiancen sus palancas de poder y/o presión. Estas son ocho consideraciones sobre los
acontecimientos recientes, no excluyentes entre sí.
1)
En el antiguo espacio soviético hay margen para las protestas populares contra
el coste de la vida, la corrupción de los dirigentes (viejos con ropajes
nuevos) y el autoritarismo sistémico. Son tres niveles de conflicto, cuya
secuencia puede obedecer a la respuesta represiva del poder en un régimen autocrático
como el kazajo. Pero también puede ser consecuencia de la manipulación de poderes
internos y/o externos en beneficio de
sus intereses. La deriva violenta de la protesta no está esclarecida (1). Puede
deberse a la actuación de grupos radicales o desesperados entre los revoltosos,
pero también a las provocaciones policiales o la filtración de grupos interesados
en desnaturalizar el origen de la protesta, que fue la carestía de los productos
energéticos, en concreto la elevación del precio del combustible obtenido a
partir del petróleo licuado, empleado masivamente por los ciudadanos en la
automoción.
2)
Las luchas por el poder en ese vasto y poco poblado país de la estepa central
asiática no están resueltas, treinta años después; por el contrario, son un factor
importante, quizás no como desencadenante de las protestas, pero si en el
desarrollo, control y resolución de las mismas. Aunque la transición política
en Kazajstán se hizo sin aparente conflicto, la evolución de los
acontecimientos parece haber sido menos tranquila. El líder fundacional de la independencia
de Kazajstán, Nursultán Nazarbayev, cedió el poder al actual presidente,
Kassim-Jomart Tokayev, pero dejó en posiciones de notable influencia a otros fieles
adeptos. La crisis ha servido para que las luchas internas en el régimen aflorasen
(2). Los hombres más cercanos al viejo patrón ha sido removidos e incluso
encarcelados, como Karin Masimov, antiguo jefe de los servicios de inteligencia
(3). Como suele ocurrir en las autocracias, los sucesores se rebelan contra sus
protectores cuando desarrollan agendas personales de poder ajenas al vínculo
inicial de dependencia. La relativa rapidez con la que una manifestación
callejera en la localidad petrolera noroccidental de Zhanaozen se trasladó en sólo
un par de días a la antigua capital, Almaty (Alma Ata), a miles de kilómetros de
distancia, en forma de actos de vandalismo, abona las sospechas de maquinación
e interferencia de elementos ajenos a los iniciales (4).
3)
Una vez más, la detección de elementos ajenos y/o criminales una vez iniciada la
revuelta más o menos espontánea obliga a no descartar el intento de manipular o
aprovechar las protestas, sin importar para nada las razones que las impulsaron,
o incluso con el propósito de conducirlas hacia un desenlace opuesto a los intereses
de los sublevados. Fuentes oficiosas kazajas aseguran que uno de los
principales gánsteres del país fue reconocido durante alguno de los actos
violentos. El gobierno ha hablado de “20.000 bandidos”. Es imposible verificarlo.
4)
Rusia hace virtud de la necesidad convirtiendo una crisis de legitimidad en una
oportunidad para afianzar su garantía de potencia “estabilizadora”, tomando
partido por aquella facción que mejor responde a sus intereses o que se muestra
más dependiente de su “ayuda”, pero bajo una forma pacificadora (5). Contrariamente
a las intervenciones en Georgia (2008) y Ucrania (2014), la operación de
Kazajstán se ha realizado a petición del gobierno de ese país y bajo el amparo
del CETO (Tratado de Seguridad Colectiva, una suerte de OTAN centroasiática dominado
por Moscú). El 90% de los efectivos son fuerzas especiales rusas (6).
La
intervención en Kazajstán conecta con la misión desplegada en el Cáucaso para
apaciguar la rivalidad entre Azerbaiyán y Armenia, tras la ofensiva del primer
país, que le permitió recuperar parte del territorio perdido en el enclave contencioso
del Alto Karabaj en los años noventa. Armenia, más cercana a Moscú, tuvo que
aceptar una aparente neutralidad rusa para no poner en riesgo su propia seguridad,
en un momento de extrema debilidad.
5)
La operación estabilizadora de las fuerzas del CETO en Kazajstaán tiene un
carácter temporal, según todas las partes involucradas en la operación. Se ha
hablado incluso de semanas, no de meses. En todo caso, la experiencia indica
que resulta más fácil enviar un contingente que retirarlo. El secretario de
Estado norteamericano, Anthony Blinken, verbalizó la inquietud sobre este punto
e insinuó una referencia a la participación rusa en Ucrania, en defensa de los
separatistas prorrusos. Kazajstán no es Ucrania, ciertamente. No existe un
movimiento segregacionista muy activo ni agravios de una minoría rusa. Pero en
círculos ultranacionalistas rusos se sostiene la idea de que el norte del país ha
sido históricamente parte integrante de Rusia. Estos grupos abogan porque se
conceda a la lengua rusa un estatus especial de privilegio, revirtiendo una decisión
adoptada por Nazarbayev en los años noventa (7).
6)
Asia Central parece anclada en la esfera de influencia rusa preferente, pese a
los intentos de los autocráticos dirigentes regiones por equilibrar su
dependencia entre Moscú y Pekín. El grupo de Shanghai, que reúne a chinos y
rusos con otras potencias del centro de Asia, no ha sido activo en la crisis, aunque
la organización tiene también una dimensión de seguridad. Kazajstán ha mantenido
un equilibrio en sus relaciones con rusos y chinos desde los años noventa,
tanto durante el “reinado” de Nazarbayev, como en los tres años de mandato de
sus sucesor y antiguo protegido, el actual presidente Tokayev. Poco o nada se sabe
de la posición china en esta crisis.
7)
La última cumbre virtual entre los presidentes ruso y chino airearon la profundización
de las relaciones bilaterales y la convergencia de intereses estratégicos,
además de la empatía personal entre Putin y Xi. Se trata de un ejercicio propagandístico
que no logra esconder las diferencias entre ambos estados y los asuntos
conflictivos sin resolver. Asia Central es uno de esos terrenos de competencia
estratégica. Los campos de cooperación también se enfrentan con obstáculos e
incompatibilidades estructurales entre los respectivos sistemas económicos.
8)
La cautelosa posición de Estados Unidos
responde al dilema de crisis-oportunidad. Dos de las grandes multinacionales
petroleras de matriz estadounidense, Exxon Mobile y Chevron, tienen importantes
concesiones petroleras en los inmensos yacimientos de Tengiz (uno de los más
ricos del mundo), en el noroeste del país, junto al Mar Caspio. La explosión de
protestas populares en países del antiguo espacio soviético puede verse con una
mezcla de simpatía e inquietud en ciertos círculos políticos y estratégicos,
depende de que orientación se imponga en la salida de la crisis. Fuentes
políticas o militares rusas han insinuado algún tipo de intervención de agentes
o colaboradores de los servicios de inteligencia extranjeros” (léase occidentales)
(8). La resolución momentánea de la crisis, con el fortalecimiento del rol de
Rusia como potencia regional imprescindible, puede resultar indeseable para quienes
propugnan en Washington un endurecimiento de las relaciones con el Kremlin.
En
todo caso, tardaremos en conocer la verdadera dimensión de la crisis kazaja. La
falta de información fiable y la circulación más que seguro de informaciones
falsas e intoxicaciones aún vigentes (9) son habituales en estas revueltas en
las que espontaneidad y manipulación conviven bajo un manto de confusión.
NOTAS
(1) “Kazakhstan’s unprecedented crisis”. PAUL
STRONSKI. CARNEGIE INTERNATIONAL ENDOWMENT FOR PEACE, 6 de enero.
(2) “Le gouvernement limogé, des
manifestants pénètrent dans un bâtiment de la mairie de Almaty”. LE MONDE, 5 de enero.
(3) “Kazakhstan: Masimov’s downfall, from the corridors
of power to a jail cell”. JOANNA LILLS. EURASIANET, 8 de enero.
(4) “Kazakhstan’s President wows to cling on
despite nationwide protests”. THE ECONOMIST, 5 de enero.
(5) “In Kazakhstan, Putin again seizes o unrest
to try to expand influence”. ANDRE HIGGINS. THE NEW YORK TIMES, 6 de enero.
(6) “3 big things to know about the Russian-led
Alliance intervening in Karakhstan”. AMY MACKINNON. FOREIGN POLICY, 7 de
enero: “What is the Collective Security Treaty”. THE ECONOMIST, 6 de
enero.
(7) “Kazakhstan’s border with Russia is
suddenly a open question again”. CASEY MICHEL. FOREIGN POLICY, 6 de enero.
(8) “La contestation au
Kazakhstan?: un chaos ‘inspiré de l’extérieur’”. COURRIER INTERNATIONAL, 7 de enero.
(9) “Kazakhstan’s unrest narrative derailed by confusion
and blackout”. PETER LEONARD. EURASIANET, 9 de enero.
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