13 de abril de 2023
La polémica suele rodear
los propósitos verbales del presidente francés. Dentro y fuera del país. Cuando
se encuentra aún peleando políticamente para que la oposición política y social
acepte o se resigne a la reforma de sistema de pensiones, unas declaraciones suyas
sobre la autonomía de Europa en las relaciones con China han hecho furor.
En el avión que lo
conducía a Pekín, Macron concedió una entrevista a POLITICO, uno de los
medios online más influyentes, y al diario galo LES ECHOS. El
presidente francés se extendió en sus consideraciones sobre la necesidad de una
“autonomía estratégica europea” (hasta aquí nada nuevo). Pero, en el ámbito de
las relaciones con Pekín, se mostró distante con la actual política
norteamericana. En su habitual estilo discursivo, Macron se preguntó
retóricamente si a los europeos les interesaba “verse mezclados en unas crisis
con China que no son nuestras”, en alusión a la tensión sobre Taiwán. La
respuesta fue, claro está, negativa. Y contundente: “no debemos hacer
seguidismo de la política norteamericana” (1). A continuación, apoyó este
juicio en sus muy conocidas reflexiones en favor de una política europea que,
sin cuestionar la lealtad atlántica hacia Estados Unidos, evite arriesgar la
independencia en las opciones estratégicas.
Se ha escrito en la
prensa liberal occidental que Macron ha provocado un “alboroto”, que ha cometido
una “torpeza”, que quizás haya “perdido los pedales” o que ha “rebajado los
esfuerzos de EE.UU para frenar a China” (2), entre otras valoraciones negativas.
Los medios franceses prefieren hablar de
incomprensión (3). Algunos políticos europeos de segunda fila y asesores estratégicos
han hecho el gasto mayor. Uno de los más afilados ha sido el presidente de la
Comisión de exteriores del Bundestag, el democristiano Norbert Röttgen, un
atlantista muy activo, que intentó sin éxito optar a la candidatura a la
cancillería tras la renuncia de Merkel: “Macron ha conseguido hacer de su viaje
una operación de comunicación para Xi y un desastre diplomático para Europa”.
Hay que recordar que
Merkel forzó la firma de un acuerdo de cooperación económica con Pekín, a pesar
de las reticencias de algunos socios europeos, en la víspera de dejar la
presidencia rotatoria de la UE, en diciembre de 2020. Presionaban los grandes
empresarios alemanes.
Junto con Macron, ha
visitado China la jefa de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen,
también democristiana, pero no hay una sola imagen conjunta de ambos con los
dirigentes chinos. Sus agendas han sido meticulosamente separadas. El canciller
Scholz ha guardado un significativo silencio, aunque en otros momentos se ha
mostrado contrario al “decoupling” (desacoplamiento) con China. Todos los
Estados actúan en función de sus intereses, por mucho que se pregone la
solidaridad interna en la UE o, en un ámbito más amplio, en la Alianza
atlántica.
En Francia, la oposición
ha sido tibia, salvo excepciones, como la del portavoz de los
europarlamentarios socialistas, Raphaël
Glucksmann, que le ha reprochado actuar por “narcisismo”. La derecha se ha
mostrado circunspecta y otros críticos inciden en la “inoportunidad” de sus
palabras. Pero Macron pensaba todo lo
contrario: el momento debió parecerle no sólo oportuno sino pintiparado. En el
viaje a China se hizo acompañar por decenas de empresarios deseosos de
recuperar el mercado chino tras el frenazo de la pandemia. Macron no quiere
perder pie en China.
Quizás no contaba Macron
con que nada más abandonar Pekín, los dirigentes chinos decidieran lanzar tres
días de maniobras militares junto a Taiwán, en aparente respuesta a la visita
que la presidenta de este país giró a California, donde fue recibida y
agasajada por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano
Kevin McCarthy, y otros congresistas. El calendario quizás le jugó una mala
pasada. En Taiwán, las palabras de Macron han provocado escozor.
En todo caso, el
presidente francés sabía que su música dulce para los oídos chinos no estaba
exenta de riesgo, ya que el servicio de prensa del Eliseo exigió que los dos
medios le facilitaran la versión de la entrevista para realizar las ediciones
pertinentes.
En realidad, con Macron
llueve sobre mojado. Todo el mundo recuerda como hace unos años provocó un
revuelo incluso mayor al declarar que la OTAN se encontraba “en estado de
muerte cerebral”. Por entonces se sentaba Trump en el despacho oval, las
relaciones transatlánticas atravesaban por un periodo de turbulencias sin precedentes
y la autonomía estratégica europea recibía parabienes en Berlín.
En la polémica actual
(más amplificada que real), como en las anteriores, se mezclan razones
estructurales de política europea con el estilo diplomático de Macron. Para los
más veteranos en la materia, no se trata de nada demasiado original. En
Washington y/o en Bruselas ya están acostumbrados a estos aparentes desmarques
de Paris. Ahora como en otros momentos, se ha vuelto a recordar el “reflejo
gaullista” que campa en el Eliseo. La Francia del General nunca dejó de afirmar
la autonomía francesa en materia de seguridad, si era necesario con medidas
radicales como la retirada del Comité Militar y de la estructura del mando integrado
de la OTAN, en 1966 (la llamada “política de la silla vacía”). Francia volvió a
la integración plena en la Alianza en 2009, precisamente con un nominal
neogaullista como Sarkozy en el Eliseo, aunque éste se mostrara como el
presidente más pronorteamericano desde el final de la segunda guerra mundial.
No sería exagerado decir que en su actitud se podía detectar cierto
oportunismo.
Dicen que Macron se
siente a veces solo en Europa. Habría que preguntarse si esto realmente lo
incomoda o si aprovecha los reproches para agrandar su estatura como dirigente
con sentido histórico ante sus conciudadanos, a quienes poco o nada molesta
esta afirmación nacionalista. Incluso en alguien como Macron que presume
de estar por encima de nacionalismos anticuados y retrógrados, en nombre de un
liberalismo de nuevo cuño, creativo y ambicioso. De puertas adentro, Macron combate
el nacionalismo radical del Reagrupamiento Nacional de Le Pen, el más discreto
de los antiguos neogaullistas e incluso el populista antiatlantista de la
izquierda insumisa. Pero ningún presidente francés puede parecer tibio
en la afirmación de la independencia nacional.
En todo caso, el “ruido”
en torno a esta última polémica macronita debe interpretarse en el
contexto de un nuevo brote de incomodidad entre los dos polos de la OTAN por
los recelos europeos ante el reforzamiento de políticas proteccionistas en EE.UU
La ley faro de
Biden promueve el desarrollo y una financiación muy generosa de las industrias tecnológicas
norteamericanas para mejorar su competitividad frente a Pekín. Por mucho que desde Washington se hagan
esfuerzos por tranquilizar a sus socios del otro lado del Atlántico, no pocos
dirigentes europeos, incluidos muchos a los que no les hace gracia las cabalgadas
en solitario de Macron, comparten esta preocupación y apoyan una réplica adecuada
de la UE en fondo y forma, aunque difieran en la intensidad y los detalles (4).Que
Europa y Estados Unidos no están en la misma onda con respecto a China es una
realidad, salvo las capitales más “seguidistas” de Washington, como Varsovia,
Tallín, Vilnius o Riga.
Esto último se ha visto
reforzado desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Polacos, bálticos y algún
otro no escondieron su malestar cuando Macron pretendió apaciguar a Putin, a pesar de que los norteamericanos ya había
informado a los aliados europeos de que Rusia había ultimado el calendario de
invasión. Pero omiten recordar que el propio gobierno de Kiev no se terminaba
de creer que el Kremlin llegara tan lejos.
Dicho todo lo cual, es
comprensible la satisfacción con que el presidente chino ha celebrado la visita
de Macron, la calidez inacostumbrada de los encuentros oficiales y privados
entre los dos dirigentes y la retórica opuesta a la política inflexible de
“bloque contra bloque”. Es obvio que Xi y Macron ni de lejos piensan lo mismo
sobre el orden internacional, sus riesgos y amenazas, ni quieren decir lo mismo
cuando hablan. Ni sobre Ucrania, ni sobre Rusia, ni sobre Taiwán. Macron no
consiguió que su colega chino se comprometiera a intentar que “Rusia entrara en
razón”, a pesar de los halagos que le dedicó sobre su capacidad para
conseguirlo. Se puede pensar lo que se quiera de Macron, pero es pueril
considerar que es ingenuo o está alejado de la realidad de los actuales equilibrios
estratégicos. La preservación de los intereses de las empresas francesas,
públicas y privadas, es el factor determinante en la conducta de Macron. Y eso
es aplicable a cualquier otro dirigente occidental, sea cual sea la forma en
que los defienda y aplique.
Así se entiende también en
la Casa Blanca, donde estos gestos franceses ya apenas provocan sobresaltos.
Como decía un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Francia es un socio
leal que coordina su política exterior con sus aliados occidentales en la zona
del Indo-Pacífico, el nuevo marco de referencia estratégica prioritario para
Estados Unidos.
Si esto no fuera poco,
la filtración de documentos del Pentágono (aún por esclarecer), parece apuntar
contradicciones en el análisis occidental del desarrollo de la guerra en
Ucrania, pero también el espionaje de Washington a sus propios aliados, una vez
más. Las lealtades no son lo que parecen y ciertas polémicas parecen agitadas
por la impostura.
NOTAS
(1) “Europe
must resist pressure to become ‘America’s followers’, says Macron”. JAMIL
ANDERLINI y CLEA CAULCUTT. POLITICO, 9 de abril.
(2)“Macron’s
China trip turns into an European uproar”. ISHAAN THAROOR. THE WASHINGTON
POST, 12 de abril; “Emmanuel Macron’s blunder over Taiwan”. THE ECONOMIST,
12 de abril; “French diplomacy undercuts U.S. efforts to rein China in”
ROGER COHEN. THE NEW YORK TIMES, 8 de abril; “Ist Macron jetzt völlig
von Sinnen”. ROLLAND NELES. DER
SPIEGEL, 11 de abril.
(3) ”Après sa visite en
Chine, Emmanuel Macron suscite de nouveau l’incompréhension chez les alliés de
la France”. LE MONDE, 11 de abril”.
(4) “Chine/États-Unies:
l’Europe en déséquilibre”, IFRI (institute français des Rélations
Intenationales). April 2023.
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