7 Diciembre 2007
La prensa occidental había anticipado éxitos electorales irremediables de Vladimir Putin en Rusia y de Hugo Chávez, en Venezuela. No han faltado articulos previos al 2 de diciembre en los que se denunciara pucherazo en el país caribeño y apaños en la gran estepa del confín europeo.
En cuanto a Rusia, confirmados los pronósticos, el tono de los editoriales y comentarios es sombrío. Las especulaciones sobre el futuro del país, en general, y del presidente ruso, en particular, priman sobre el análisis de los hechos. Algunos comentarios le buscan paralelismo histórico con el primer zar. THE NEW YORK sugiere que Putin podría utilizar la mayoría absoluta de dos tercios en la Duma para modificar la Constitución y hacer posible una nueva reelección. O bien colocar a un hombre de paja en la Presidencia y él seguir ejerciendo el poder desde la jefatura del Gobierno.
No se encuentran comentarios o análisis sobre las razones de la deriva rusa. A lo más que se llega es a admitir que la década de los noventa fue “caótica” (LE MONDE). Los diarios anglosajones pasan de puntillas por esos años de (des)gobierno de Yeltsin, cuando se urdió el mayor latrocinio en la historia moderna de Rusia.
Sin embargo, no parece descabellado afirmar que Putin es producto de la descomposición rusa motivada por la incompetencia, la codicia y la doblez de quienes se confesaban –y todavía se confiesan- partidarios del modelo liberal. Yeltsin llegó a elogiar al general Pinochet, porque acabó con el socialismo y puso las bases del saneado modelo económico chileno! Nadie lo recuerda estos días.
Las elecciones han sido una farsa, sanciona THE ECONOMIST. Es muy probable. Pero ¿quién forjó el poder de Putin y su casta de los silovki, los hijos de la seguridad hibernados durante la crisis terminal del comunismo? Los ex-coroneles del KGB fueron recibidos con alivio a finales de los noventa, cuando se pensaba que se limitarían a poner orden. Pero Putin y su clan de San Petersburgo tenían su propia agenda.
El veterano analista de LE MONDE, Daniel Vernet, asegura que Putin ya ha sucumbido a la tentación china: autoritarismo y modernización económica. Pero le augura poco éxito en su aspiración de convertirse en un Deng Xiao Ping ruso. Contrariamente a los rusos, los chinos han abordado reformas decisivas.
A lo que se resisten editoriales y comentaristas occidentales es a admitir que la gran mayoría del pueblo ruso esta desencantado de una democracia que les ha llenado los escaparates, pero ha empobrecido a la mayoría y enriquecido a unos pocos.
Pueden leerse en la prensa crítica rusa (NEVAVISSIMAÏA GAZETA) acerados comentarios sobre la “estrategia suicida” de la oposición llamada liberal o de derechas, al revelarse incapaz de presentar un frente unido.
Particular interés tiene un articulo en el HERALD TRIBUNE de Nicolai Petro, un profesor de Rhode Island. Acredita que los llamados liberales no son“ni competentes ni populares”. Contrariamente a la inmensa mayoría de los medios, pero con un agudo análisis, concluye afirmado que “el rechazo de la actual oposición puede ser un signo del progreso del país hacia una democracia madura”.
En lo que se refiere a Venezuela, la mayoría de los medios occidentales se regocijan con el paso en falso de Chavez. Pocos fueron los que, en días anteriores, habían apostado porque el presidente aceptara la derrota. Algunos le habían tachado de autoritario, incluso de dictador (sic).
Conocidos los resultados, nunca habría sido tan fácil manipularlos. Sobre todo en un sistema supuestamente de escasa calidad democrática. A lo más que llegan los medios hostiles es a reconocer a Chávez elegancia o realismo.
La prensa latinoamericana más templada, como el argentino CLARÍN –poco sospechoso de flirtear con el líder bolivariano- pone en valor un hecho indiscutible: Chávez ha desarrollado “un proceso electoral limpio”.
Hay amplia coincidencia en que Chávez se ha derrotado a si mismo. En el proceso acelerado de radicalización, no le han seguido muchos de sus partidarios. Otros han detectado síntomas de caudillismo y advertido riesgos de concentración excesiva de poder, arguye FINANCIAL TIMES.
Pero LE MONDE advierte que Chávez conserva un capital enorme de poder y que no ha renunciado a sus objetivos revolucionarios dentro y fuera de Venezuela
Como se ve, en general, los medios occidentales ponen más énfasis en aventar los riesgos de dictaduras en ciernes y menos en comprender y explicar las crisis de los modelos sociales que hacen improbables las democracias reales.
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