CAMBIO DE ÁNIMO EN EE.UU.

4 Abril 2008

Pocas veces un cambio de ciclo ha sito tan netamente percibido en los Estados Unidos. Al final del proyecto neocon, denostado ahora incluso por alguno de sus más conspicuos exégetas, se añade una percepción pesimista de una población cultural y sociológicamente proclive a ver el vaso medio lleno y no medio vacío.
La encuesta que periódicamente realiza el NYT en colaboración con la cadena de televisión CBS acerca del ánimo de los norteamericanos refleja, en su última edición, tendencias notablemente interesantes.
Lo que el diario ha destacado más es que cuatro de cada cinco estadounidenses (81%) estiman que el país ha tomado un camino equivocado. Como consecuencia de lo anterior, manifiestan rotundamente su insatisfacción. Hace un año, lo insatisfechos eran siete de cada diez, pero es que hace seis años, sólo unos meses después del trauma del 11-S, los pesimistas nos llegaban a cuatro de cada diez (35%).
¿Qué ha pasado en estos seis años de cruzada contra el terror, de regreso a los valores tradicionales, de aventura bélica en Irak, de políticas económicas erráticas y ajenas a al realidad productiva y social?

Que el norteamericano medio, incluso el que acepta sin demasiada incomodidad el sistema, ha dejado de creer en las posibilidades de su país y, en particular, en la idoneidad de sus gobernantes. Resulta llamativo que se perciba a los dirigentes políticos como los principales responsables de la crisis crediticia (un 40%), antes que los bancos prestamistas (un 28%) o los tomadores de los créditos (un 14%).

Al norteamericano medio ha dejado de preocuparle prioritariamente el terrorismo internacional. Sólo seis de cada cien (un 17%) consideran que ésa es la principal amenaza para América. La mitad de la población está mucho más preocupada por la crisis económica o el desempleo.

El pesimismo sobre el estilo de vida americano parece consistente. Menos de la mitad de los consultados confían en que sus hijos vivan mejor que ellos. Esta inquietud lleva incluso a cuestionarse dogmas de la economía liberal, que parecían indisputables hace sólo unos años. Casi seis de cada diez -una mayoría, por tanto, de los contribuyentes- se muestran ahora dispuestos a que se les suban los impuestos para atender las necesidades sociales de los más desfavorecidos o perjudicados por la crisis.

En un giro hacia la izquierda, el norteamericano pide más Estado. Desde comienzos de los noventa no ocurría que los defensores del sistema de intervención público fueran tantos como los partidarios de un Estado reducido : empate en el 43%. De igual manera, aumentan los favorables a un cierto proteccionismo en materia comercial.

¿Cómo puede influir este cambio de ánimo en las elecciones de noviembre? El NYT considera que los republicanos son los más perjudicados. Pero advierte que los demócratas mayoritarios en el Congreso son también objeto de críticas. La encuesta parece recomendar propuestas que consideraríamos socialdemócratas en Europa. Hillary y Obama parecen haber intuido el pálpito social, pero no se han anticipado con propuestas claras. Las contradicciones de una son tan chocantes como la ambiuedad del otro. Lo ajustado de la disputa no permite esperar clarificaciones. Gane quien gane de los tres presidenciables, tendrá que adaptar su discurso electoral a un estado de ánimo dominado por el pesimismo y la desconfianza de millones de norteamericanos.

Definitivamente, es época de cambios en Estados Unidos.

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