TERCERA VUELTA EN SERBIA

8 Febrero 2008

Europa ha acogida la pírrica victoria su candidato en las elecciones presidenciales de Serbia con un entusiasmo excesivo, quizás porque Bruselas necesita desesperadamente buenas noticias de los Balcanes.

Boris Tadic ganó por la mínima –menos de tres puntos: unos 130.000 votos- el ballotage (la segunda vuelta) y, por tanto, conservará la Presidencia. Pero ¿tendrá el poder?

Lo más prudente que puede decirse es que habrá que esperar a una especie de tercera vuelta: las elecciones legislativas, que se celebrarán presumiblemente en mayo.

En esos comicios se comprobará si Tadic logra reforzar la presencia de su partido en el parlamento de Belgrado, o quien gana la partida es su dudoso aliado, el primer ministro Kostunica.

El diario alemán de centro-izquierda FRANKFURTER RUNDSCHAU aventura que ambos políticos –unidos por la conveniencia- “se bloquearan mutuamente”. Lo que les separa es más evidente –la actitud hacia Europa- que lo que les une –el rechazo al radicalismo nacionalista no definitivamente enterrado.

El bloqueo es ya un hecho. Kostunica ha impedido que su viceprimer ministro –un hombre del partido de Tadic- firmara en Bruselas un documento de colaboración política con la UE. El jefe del gobierno serbio está irritado por la pasividad –si no complicidad, en algún caso- con la que los veinticinco asumen la inminente declaración unilateral de independencia de los albano-kosovares.

En realidad, ese acuerdo con Europa es poco más que una declaración de intenciones. Lo importante es el gesto de fuerza de Kostunica. Los dirigentes europeos ensalzaron a este profesor de Derecho Constitucional cuando tuvo el coraje de oponerse a Milosevic. Obviaron entonces su moderado nacionalismo, porque se trataba de apoyar cualquier opción que debilitara al personaje sobre el que se ha querido recaer la mayor responsabilidad de la década negra en los Balcanes.

Desaparecidos Milosevic y asesinado el liberal Djinjic, Kostunica aspiraba a ser el referente de un proyecto nacional. Se interpuso Tadic, un hombre de poco carisma y escaso liderazgo, pero eficaz habilidad para jugar la carta europeísta.

LE MONDE cree que Kostunica presionará a favor de un embargo a Kosovo y colocará a Tadic en una difícil posición, porque sus propios partidarios tampoco aceptan los hechos consumados de los albanokosovares.

En una entrevista con el NEW YORK TIMES, el director del Centro de Estudios Políticos, Milan Míkolic, atribuye la actitud de Kostunica a su temor a figurar en los libros de historia como el jefe del gobierno que permitió la pérdida definitiva de Kosovo.

El diario neoyorquino comparte la preocupación por los resultados y considera que “no hay garantías de una orientación prooccidental en Serbia” debido a la evidente polarización de la sociedad serbia.

La táctica de Tadic es avanzar paso a paso y presentar resultados prácticos para desactivar la pasión nacionalista. Pero su margen de maniobra es escaso. Si acaso, podría pedir a Europa intercedería ante a Estados Unidos para convencer a sus protegidos albaneses de la conveniencia de ser pacientes.

No es seguro que pueda hacerlo, porque desde Europa el mensaje se clarifica por momentos. FINANCIAL TIMES lo decía sin disimulo: Europa debe hacerle comprender al presidente serbio que es “inevitable” aceptar la independencia de Kosovo. El diario de la City considera que la UE “debería reconocer lo que ha avanzado Serbia desde los tiempos de Milosevic”. Pero más allá de este certificado de buena conducta, Bruselas no debería, de momento, conceder al gobierno de Belgrado mucho más que facilitar la tramitación de los visados a los ciudadanos serbios.

Varios Estados europeos comparten esta visión recelosa, anclada en las visiones más sesgadas sobre las responsabilidades de la guerra de los noventa en los Balcanes. Es como si los sectores más duros, los más afines a Washington, no quisieran facilitar las cosas a Serbia hasta que entregue a Karadzic y Mladic.

Holanda encabeza ese grupo, en una actitud vergonzante. Incapaces los cascos azules holandeses de evitar la matanza de Srebrenica en julio de 1995, amparada por el jefe militar serbo-bosnio, desde La Haya se exhiben ahora sonoras exigencias a un precario gobierno democrático serbio.

No hay comentarios: